Tuesday, October 12, 2010

Eutanasia Humanitaria

Una de las realidades más difíciles a las que los humanos de compañía nos enfrentamos, es al hecho de que nuestros amigos peludos suelen vivir bastante menos tiempo que nosotros. En ocasiones, la muerte los encuentra apaciblemente en el sueño; otras menos afortunadas se deben a un accidente. Pero otras más suceden, a veces, de la mano de quien ha sido su humano de compañía durante varios años. A esta situación se le conoce como eutanasia humanitaria, y consiste en la terminación de la vida de un animal de compañía, con la ayuda de un veterinario, por alguna condición médica que los tiene en sufrimiento físico constante, y que ya no puede ser atendida médicamente.

Hace un par de meses tuve que enfrentarme a esa difícil situación: mi perra Bully, una linda perrita criolla que ya tenía trece años compartiendo nuestras vidas, tenía serios problemas de salud. Por la edad comenzó a presentar una condición de desgaste de sus vértebras, lo cual le provocó que poco a poco perdiera la movilidad en las patas traseras. A pesar de que en general estaba sana, requería muchos cuidados y ayuda para llevar su vida cotidiana, como salir, comer y en general moverse. A los pocos meses, la falta de movilidad provocó que presentara laceraciones en las patas traseras, deteriorando aún más su calidad de vida.

Tuve que tomar la difícil decisión de practicarle a Bully una eutanasia humanitaria. Ella estaba muy mal, y médicamente, ya no había nada qué hacer por ella. Por otro lado, estaba sufriendo mucho: no poder correr y moverse la ponían triste. No fue una decisión fácil, porque a veces queremos mantenerlos con nosotros por nuestro apego a ellos, pero también pienso que a veces hay que renunciar al egoísmo y dejarlos ir.

No hay consuelo posible ante una pérdida, y menos aún cuando se trata de la muerte. Sin embargo, al menos tuve la certeza de que mi Bully murió en mis brazos. Se fue tranquila y feliz, así como llegó a mi vida. Y pienso que pese a lo doloroso, hubiera sido peor retenerla conmigo a costa de su calidad de vida y su sufrimiento. Pienso que eso debería estar en las consideraciones de un humano de compañía que está enfrentándose a tan difícil situación.

En algunos casos, nuestros animales de compañía tienen mucha suerte: ojalá a todos nos fuera dado morir en brazos de quien nos ama.

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